viernes, 23 de abril de 2010

Imaginario Buenos Aires

Imaginario Buenos Aires *
Jorge R. Seibold, S.J.


"¡Cómo no hablar de Buenos Aires, si es una
forma de saber quién soy!..
Muzzarella de cemento y bodegón, tu corazón"
Chico Novarro, Tango canción, Cantata a Buenos Aires.

"Ciudad plural. Ciudad que no es jamás la misma y
cuya variedad a quien la sabe, abisma..."
Manuel Mujica Láinez, Canto a Buenos Aires.

"No nos une el amor, sino el espanto,
¿será por eso que la quiero tanto?"
Jorge Luis Borges, Poema a Buenos Aires.

Es difícil hablar de una ciudad de la cual se es parte. Uno quedará siempre insatisfecho hasta no alcanzar el "corazón", uno quedará "abismado" y "espantado" ante la pluralidad y variedad de sus destellos, que nos hablan de un "nosotros" único, inconfundible. Por eso una ciudad como Buenos Aires no sólo es su geografía en sus diversos escenarios. Es mucho más su historia. Y mucho más aún su imaginario, que admite dentro de sí los diversos itinerarios de su geografía, la mutua implicación de sus tiempos históricos, y nos permite incorporar de un modo explícito, lo que es todavía más importante, su gente, y a nosotros con ella.
Te invito, querido lector, a dar una vuelta por Buenos Aires. Será un sobrevuelo. No podrás caminar conmigo por las callecitas de Buenos Aires, "que tienen ese qué sé yo..." 1, pero al menos te habrás asomado a su misterio. Te propongo tres recorridas. La primera, por la geografía de sus escenarios tal como hoy la podrías recorrer. La segunda, por la historia de sus recuerdos que todavía están prendidos en sus calles, sus paseos y sus monumentos. Y la tercera, por el imaginario mismo de su gente, a fin de adentrarte más en su corazón y en su misterio.


1. La geografía de sus escenarios

Podríamos partir desde el puerto, cerca de Retiro, en Dársena Norte, junto al Río de la Plata, sobre el cual está asentada Buenos Aires. Es un buen punto de partida. No por nada a los habitantes de Buenos Aires se nos llama "porteños". Apenas salidos del "puerto", otrora "granero del mundo" y donde todavía confluyen barcos de todas las naciones, atravesamos Catalinas Norte, donde se disponen los más altos rascacielos al mejor estilo Manhattan, sede ahora de la nueva Buenos Aires empresarial, y después de pasar por el Luna Park, antiguo Coliseo del boxeo y hoy convertido en un estadio cubierto del espectáculo, llegamos a nuestra primera estancia en Plaza de Mayo, centro histórico de la ciudad. Allí podemos sentarnos y tirarle maíz a las palomas. A nuestro alrededor, mirando hacia la Plaza, están nada menos que el Cabildo, el más antiguo testigo de nuestra gloria Virreinal e independentista, la Catedral y la Casa Rosada, la actual casa del Gobierno. Desde allí podemos tomar varios itinerarios.


1.1. "Una luz de almacén"

Uno de ellos es caminar hacia el oeste por la Avenida de Mayo, la clásica Avenida de los Españoles, poblada de cafés y de hoteles, para llegar a la Plaza del Congreso, kilómetro cero del país, donde se halla el Congreso, sede del poder legislativo de la Nación. Más afuera y tomando la Avenida Rivadavia, la "más larga del mundo", se llega a los barrios del Once, Almagro, Caballito, Flores, Floresta, Liniers, límite justo de la Capital Federal, pero no de Buenos Aires, que se extiende más allá... Y tomando de Almagro al sur se llega a Boedo, a Pompeya, a Puente Alsina, que hace unos años eran el límite del arrabal porteño, tal como lo expresaba el famoso tango "Sur", de Homero Manzi y Aníbal Troilo, verdadera síntesis de "paisaje urbano, amor y pueblo" 2: "Sur, paredón y después... Sur, una luz de almacén... Ya nunca me verás como me vieras, recostado en la vidriera y esperándote...".
Otro itinerario podría llevarnos por Diagonal Norte hasta el Obelisco, levantado en una amplia explanada en la intersección de la Av. Corrientes, de tantas nostalgias tangueras ("Corrientes 348...") y la 9 de Julio, la avenida "más ancha del mundo". Ahí estamos a un paso de Tribunales, sede del tercer poder de la Argentina constitucional, el poder Judicial, y del viejo Teatro Colón, el máximo teatro operístico argentino y sede consagratoria mundial del "bel canto".


1.2. "Caminito
que el tiempo ha borrado"

Pero hay otros dos itinerarios posibles a partir de Plaza de Mayo. Uno es hacia el sur y otro hacia el norte de la ciudad. Tomemos por el sur. Al salir nos encontramos con la Iglesia de San Ignacio y su "manzana de las luces", antiguo testimonio del esplendor jesuítico del siglo XVIII, sede posterior del Colegio de San Carlos, la Universidad, la Biblioteca pública y la casa de Expósitos, donde funcionó la primera imprenta, traída desde las reducciones jesuíticas. Unas cuadras más allá están San Francisco y Santo Domingo, sede de las otras dos grandes órdenes religiosas, que ilustraron Buenos Aires.
Y siguiendo nuestro camino ya nos internamos por las callecitas barriales de San Telmo, donde se respira su cálido candor antiguo, repleto de recuerdos, que brotan de sus negocios de antigüedades y de sus señoriales casonas donde vivió hasta fines del siglo pasado la clase pudiente de Buenos Aires, convertidas, luego, al iniciarse este siglo, en conventillos, los que han sido hoy finalmente reconvertidos "for export". Estas viejas casas de San Telmo muestran todavía sus zaguanes estrechos, bordeados por alguna reja finamente trabajada en hierro, que los separan de sus patios interiores, revestidos de plantas y enredaderas y donde aún se vislumbra algún aljibe.
Más allá ya nos encontramos en Parque Lezama, antigua barranca del sur, adonde llegaba el río. Y de allí, si hubiera un poco de tiempo, nos sería relativamente fácil llegar sin mucho esfuerzo hasta el barrio de la Boca, con su muelle a orillas del Riachuelo, de aguas oscuras y aceitosas, que guarda a remolcadores y barcos, algunos de ellos semihundidos, inmortalizado por la pintura de don Quinquela Martín.
Allí mismo y a pocas cuadras está la "Bombonera", la famosa cancha de fútbol del Club Boca Juniors, quizás el Club más popular de Buenos Aires. Podríamos recorrer sus calles empedradas para llegar a la Vuelta de Rocha y adentrarnos en la colorida cortada de "Caminito", con sus precarias casas de chapas multicolores y sus aires de "canzoneta" napolitana, legendario lugar, que motivó, según algunos, la canción "Caminito" de Juan de Dios Filiberto, y que dio renombre mundial a este típico lugar de Buenos Aires: "Caminito que el tiempo ha borrado, que juntos un día nos viste pasar, he venido por última vez, he venido a contarte mi mal...".


1.3. "Te acordás hermano"

La otra alternativa a partir de Plaza de Mayo es caminar hacia el norte. Atravesamos la nutrida zona bancaria, centro financiero de la "city", y tomamos la peatonal Florida, la más porteña de las calles, pero hoy acomodada en su negocios, galerías y confiterías, para recibir galana al turista extranjero. Llegamos a la Plaza San Martín, en cuyo centro está la estatua del Libertador, junto al Palacio del Ministerio de Relaciones Exteriores. Bajando un poco, estamos en la Plaza del Retiro, frente al Puerto, y sede de las Grandes Estaciones del Ferrocarril, que un día nos hicieran los ingleses, que luego nacionalizara Perón, y que hoy fueron adjudicadas a concesiones privadas. Al lado de ellas se hizo hace muy pocos años la gran terminal de Omnibus, que nos une por largos caminos a toda la República.
A partir de Retiro podríamos salir del centro. Para ello debemos bordear una cadena de "villas miseria", en violento contraste con las grandes autopistas y los grandes edificios de plantas horizontales, para dirigirnos por las rápidas avenidas del Bajo, que nos conectan con la Costanera Norte, desde donde podemos contemplar la amplia fachada del río, hasta que la vista se pierda. En otro tiempo estaban allí los "carritos" donde uno podía comer a precios muy módicos una típica "parrillada". Hoy quedan unos pocos restaurantes.
Ahí mismo está el Aeroparque, con su salir y llegar incesante de aviones, y un poco más adentro se hallan los bosques de Palermo, donde podemos disfrutar de sus jardines y arboledas, de su lago, de sus canchas de polo, de tennis, de fútbol y de sus pistas de ciclismo y atletismo. Allí está también el hipódromo de Palermo, cita obligada de los "burreros" porteños, y un poco más afuera, en los barrios de Belgrano y Nuñez, el estadio mundialista de River, uno de los equipos de fútbol más famosos de la ciudad en franca y eterna rivalidad con Boca Juniors.
A Palermo también se puede llegar a pie desde Retiro por la elegante avenida Santa Fe, que nos hace atravesar toda la parte norte de la ciudad la más parecida a París. Muy cerca está "Palermo chico", con sus palacetes al mejor estilo francés, signos de una aristocracia argentina de comienzos de siglo, que tenía los medios económicos y el corazón más puesto en Francia que en la Argentina.
Prosiguiendo nuestro camino por Santa Fe llegamos a Plaza Italia donde se juntan el Botánico, el Zoológico y el predio de la Sociedad Rural de Buenos Aires. Más allá por Cabildo atravesamos el señorial Barrio de Belgrano, que de zona residencial caracterizada a comienzos de siglo por sus hermosas barrancas, cortadas por arbolados arroyuelos, que daban al río, se ha ido convirtiendo con el correr del tiempo en una planicie de altos y lujosos departamentos en medio de un activísimo centro comercial, que se agita a sus pies y que nos hace añorar aquel valsecito encantador: "Barrio de Belgrano, caserón de tejas, te acordás hermano, de las tibias noches, sobre la vereda...".


1.4. El Gran Buenos Aires

Pero Buenos Aires es mucho más que estos "cien barrios porteños", tal como cantaba Alberto Castillo hacia 1945. La Avenida General Paz, que va desde el Río de la Plata hasta el Riachuelo, marca el perímetro de la Capital Federal y señala con claridad el comienzo de la Provincia. A partir de ese perímetro se despliegan una serie de poblaciones, antiguos pueblos, que poco a poco han sido anexionados vitalmente por la ciudad y hoy, con el agregado de nuevas urbanizaciones, constituyen lo que se llama el Gran Buenos Aires.
Ya a comienzos de siglo la zona sur, con Avellaneda y sus partidos aledaños, conforman el primer cinturón industrial de la metrópoli y se agregan a los establecimientos industriales que ya habían comenzado en diversos barrios de la Capital Federal. Después de los años 60 la zona norte, con la instalación de grandes empresas automovilísticas, conformará el segundo. Todas ellas atraerán el asentamiento de familias de trabajadores a sus inmediaciones, que formarán nuevos barrios a partir de "loteos" hechos con preferencia cerca de rutas y líneas ferroviarias.
En general estos asentamientos han tomado la forma de un abanico que sigue en líneas generales el trazado de los ferrocarriles, que arribaban a Buenos Aires, como capital y puerto de la República. Tres grandes direcciones bosquejan este abanico. La del sur, del Ferrocarril Roca. La del oeste, de los Ferrocarriles Sarmiento y San Martín. Y la del norte, con el Ferrocarril Mitre en sus diversos ramales, el Ferrocarril Belgrano y también, últimamente, el llamado "Tren de la Costa".
Todos estos asentamientos fueron por lo general de poblaciones humildes y trabajadoras. Recién en los años 70 y con la construcción de nuevas autopistas, se inicia otro tipo de urbanización, ahora muy estudiada y selectiva, de gran nivel económico, como son los "countries" o "barrios cerrados", cuya problemática es del todo nueva en lo que respecta a la historia de la ciudad, y pone problemas de exclusión social, nunca vistos hasta el momento 3.


2. La historia de sus recuerdos

Pero la geografía no es todo en la ciudad. En cada sitio de ella late el tiempo en un encordado que es necesario desenrollar y desplegar. A diferencia de lo espacial, que suele ir "superpuesto" y "diferenciado" en niveles, como lo que encontramos al hacer una excavación, en el tiempo las cosas suelen ir mezcladas y solo una inteligente y a veces discutida analítica las puede diferenciar. Aquí lo intentaremos hacer y presentaremos diversas Buenos Aires, puestas como en gran friso visual, lo que no nos debe engañar, pues todas ellas de algún modo, no total, se encuentran presentes en las otras en su sucesión.


2.1. Fundacional

La primera Buenos Aires que late todavía viva entre nosotros es la Buenos Aires fundacional. Ella vino de España en la expedición de Don Pedro de Mendoza, su Adelantado, y se asentó en 1536 en la margen derecha de ese "Mar Dulce" de Solís, luego llamado "Río de la Plata", cerca de la desembocadura de un pequeño río, el "Riachuelo", que hoy bordea a la Ciudad por el lado sur, y sobre unas barrancas que abrían a una llanura que se confundía con la inmensidad de la pampa.
Fue bautizada con el católico nombre de "Santa María del Buen Ayre", patrona de los navegantes españoles. La ciudad como tal duró poco, pues fue destruida por los indios querandíes, pero nos quedó su emplazamiento y algo de su nombre: "Buenos Aires". Juan de Garay, viniendo de Asunción, la refunda casi en el mismo lugar, en 1580. Y la llama con el nombre de la "Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo", nombre que aunque no perduró, la ha adentrado en el Misterio, que siempre posee.


2.2. Colonial

La segunda Buenos Aires es la Buenos Aires colonial. Es la Buenos Aires aldea, conformada al estilo de todas las ciudades hispánicas de ultramar, con su plaza, su cabildo, sus iglesias, y su reticulado poblacional. A comienzos del siglo XVII los ataques, tantos de piratas como de indios, hicieron que la ciudad se fortificara más, para lo cual se construyó el Fuerte, entre la Plaza y las barrancas del río. Hacia 1753, Buenos Aires contaba con unos 20.000 habitantes, con buena cantidad de negros dedicados a los más diversos servicios y trabajos de la ciudad, y que junto a otra mucha gente pobre vivían en los arrabales.
La ciudad de Garay, que fue primero creada como una instancia en el camino de la Plata (en el Alto Perú) y del Paraguay (Asunción), fue luego adquiriendo rasgos propios, de puerta al Río de la Plata y de freno a las ambiciones comerciales y territoriales portuguesas, y, por otro lado, de "puerta de la tierra" para las otras ciudades del interior, como eran Santiago del Estero (1553), Tucumán (1565) y Córdoba (1573). En 1617, Buenos Aires es designada cabeza de la gobernación del Río de la Plata, el mismo rango que la gobernación del Paraguay y del Tucumán, las cuales dependían del Virreinato del Perú.


2.3. Virreinal

La tercera Buenos Aires se inicia con la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776. Es la Buenos Aires virreinal. La ciudad sufrió un fuerte impulso, aunque nunca pudo igualar los esplendores de Lima o de México. No tuvo tiempo de desplegarse. Su vida fue muy precaria y breve. Un poco más de 30 años. Bajo su jurisdicción entraron el Alto Perú (la actual Bolivia), el Paraguay, el Tucumán y se incorporaron las provincias de Cuyo (Mendoza y San Juan), hasta entonces dependientes de la Capitanía de Chile, la banda oriental del Uruguay, como así también otras ciudades fundadas en el actual territorio argentino.
Para ese entonces la ciudad de Buenos Aires se había ampliado también para el interior de lo que más adelante sería la "provincia de Buenos Aires", fuente de su sustentación agro-económica, por sus estancias y "vacadas", que le proporcionaban cueros en abundancia. El tratado del libre comercio de 1778 permitía a Buenos Aires entrar a competir en mercados de la metrópoli y de otras ciudades de América.


2.4. Criolla y patriótica

La cuarta Buenos Aires se inicia propiamente con las invasiones inglesas de 1806 y 1807 y se afirma con la revolución del 25 de mayo de 1810. Es la Buenos Aires criolla y patriótica. El rechazo del invasor inglés consolidó la identidad de la ciudad. Se luchó por algo propio. Aparecieron las mismas identidades que se habían insinuado en el siglo anterior frente a las incursiones lusitanas. Esa histórica reconquista y resistencia afirmó los lazos cívicos y consolidó el pronunciamiento de mayo, ante el cautiverio del Rey Fernando VII, en orden a asumir el poder de su propio destino. Así lo proclama Vicente López y Planes en su Himno: "Oíd, mortales, el grito sagrado... se levanta en la faz de la tierra una nueva y gloriosa nación... Buenos Ayres se pone al frente de los pueblos de la ínclita unión".


2.5. Provincial

La quinta Buenos Aires nace de los desencuentros de Buenos Aires y las provincias del Antiguo Virreinato. Después de Mayo, Buenos Aires quiere imponer su poder a las ciudades de su jurisdicción, pero no lo logra. Era necesario, además, afirmar la gesta independentista en América. La Asamblea del año 1813 y la independencia de 1816 del yugo español, en Tucumán, no lograron unificar los primeros pasos de la incipiente nación. En pocos años el resultado estará a la vista. Se habrá perdido el Alto Perú, el Paraguay y el Uruguay. Y la relación entre Buenos Aires y las provincias entonces existentes de la actual Argentina se harán más y más difíciles. Buenos Aires, de Virreinal o cabeza patriótica de la nueva nación, se convierte en sede de una provincia más, con aspiraciones hegemónicas frente a sus hermanas. Por eso a esta Buenos Aires la denominamos Buenos Aires Provincial
Esta Buenos Aires se inicia políticamente en 1820, con la disolución del Congreso de las Provincias que sesionaba establemente en Buenos Aires. Buenos Aires queda sola como ciudad ligada a su Provincia. El país, representado por sus diversas provincias, pedía un régimen "federal" de gobierno y una distribución equitativa de las rentas aduaneras, que Buenos Aires obtenía del paso inevitable por su puerto de todos los productos importables y exportables del país. Será la primera escisión que separará a los argentinos, la de los "federales" y la de los "unitarios", que visualizaban un país ordenado y fiscalizado desde Buenos Aires. Ni el gobierno liberal de Rivadavia ni la dictadura de Rosas cambiarán fundamentalmente esta situación 4.


2.6. Capital

La sexta Buenos Aires surge con posterioridad a la caída de Rosas en Caseros (1852), cuando la ciudad todavía no había alcanzado los 100.000 habitantes. La organización nacional da un paso importante con la aprobación de la Constitución de la Nación Argentina en 1853, pero de la cual no participa ni se adhiere Buenos Aires, que se da aparte su propia Constitución. Buenos Aires siente que lleva las banderas de la "civilización", mientras que las provincias eran la expresión de la "barbarie" 5.
La oposición no es sin guerra. A partir de Pavón (1861) se produce la hegemonía de Buenos Aires sobre la Confederación y se inicia hacia adentro la reorganización del país, que es en realidad el sometimiento de las últimas resistencias de los grandes caudillos locales. Hacia afuera se inicia la guerra al Paraguay y se abren las puertas del país a una inmigración indiscriminada. Así, en estas condiciones, Buenos Aires jura la Constitución nacional en 1862. Pero recién en 1880 dejará de ser cabeza de su Provincia y se convertirá en Capital de la Nación. Por eso a esta sexta Buenos Aires la hemos llamado Buenos Aires capital, rol que no ha dejado hasta nuestros días. Buenos Aires contaba en ese entonces con unos 250.000 habitantes.


2.7. Cosmopolita

La séptima Buenos Aires la denominamos Buenos Aires cosmopolita. Es una consecuencia del viraje "moderno" y "europeísta" que toma la ciudad a partir de la caída de Rosas. Tanto Sarmiento como Alberdi piensan en una Argentina moderna que asuma el "progreso" de los tiempos modernos y deje atrás el atraso de la "barbarie" anclada en la soledad de sus pampas. La primera consigna será "gobernar es poblar". De ahí la inmigración. No será una sorpresa que en 1890 la mayoría de los 450.000 habitantes de Buenos Aires fueran extranjeros! De aquí viene eso de que los porteños seamos hijos de extranjeros, o que por lo menos tengamos en nuestra sangre alguna herencia no americana. Es nuestra herencia cosmopolita.
Pero la consigna será también "educar al soberano", es decir, al pueblo, tanto al inmigrante, que no traía un contexto cultural adecuado al nuevo país al que se integraba, como al habitante del interior, que se asomaba a una nueva civilización. Tal fue la opción política de Sarmiento. La tercera consigna será la de "impulsar el trabajo" acorde a las nuevas formas del progreso. Fue la opción política de Alberdi, que pensaba en un país transformado por la incorporación de nuevas tecnologías. El ferrocarril, un nuevo puerto, "Puerto Madero", y numerosas industrias textiles y metalúrgicas, entre otras, cambiaron el rostro de Buenos Aires. La ciudad se amplía no solo por sus barrios, sino también por sus establecimientos fabriles, que son el origen de los primeros "obreros". A Buenos Aires llegarán no pocos "anarquistas" y "socialistas" desplazados de Europa. Ellos serán los que encabezarán las primeras revueltas obreras de la novel ciudad industrial. La Buenos Aires de fin de siglo se afirmará gracias a su poder militar, su poder cultural y su poder administrativo, que la hará ocuparse de la instrucción pública, la salud, y los caminos en todo el país 6. En ese "intervencionismo" ya se dibuja uno de los "males" porteños, que es su excesivo "centralismo".
Con esta expansión "cosmopolita", sin embargo, Buenos Aires comienza a elaborar su propio lenguaje localista, el "lunfardo" y su propia música, el "tango", danza y poesía del arrabal, y en lo político perfila el primer gran movimiento político nacional y popular argentino, el radicalismo, salido, primero, carismáticamente de las manos de Alem a fines del siglo pasado, y luego, afirmado democráticamente por la Ley Sáenz Peña de 1912, que otorgó al pueblo el voto secreto y obligatorio, gracias al cual pudo acceder al poder presidencial don Hipólito Yrigoyen, el gran líder radical.


2.8. Megápolis

La octava Buenos Aires la llamamos Buenos Aires megápolis. La ciudad sufre, como consecuencia de sus procesos anteriores, un significativo colapso habitacional que le hace sobrepasar, a comienzos del nuevo siglo, el millón de habitantes. El censo de 1914 alcanzará la cifra de un millón y medio de habitantes. A partir de 1930, además del lógico incremento vegetativo de la población, se produce un significativo incremento por la llegada de migrantes de origen provinciano, que arriban a la Capital en búsqueda de mejores condiciones de vida y de trabajo.
A partir de 1935 unos 100.000 provincianos por año vienen a radicarse en los suburbios de Buenos Aires. Con ello se "re-argentiniza" Buenos Aires por la llegada de estos migrantes, por la disminución de los inmigrantes extranjeros y la muerte paulatina de los "viejos" inmigrantes 7. El censo de 1947 contabiliza casi tres millones de personas en la Capital Federal. Pero además la ciudad se ha ampliado más allá de sus límites jurídicos. Ahora el Gran Buenos Aires ya es una nueva realidad, que irá en constante aumento. En 1991 alcanzaba a 12 millones y medio de habitantes para cubrir unas 100.000 hectáreas. Buenos Aires es así uno de los 25 conglomerados mayores del mundo que superan los 7 millones de personas.
Pero el crecimiento no es solo numérico. La llegada de los migrantes provincianos, los "cabecitas negras", según los denominó despectivamente cierta aristocracia porteña, significó por otro lado, en 1945, un inesperado aval político para el entonces Coronel Juan Domingo Perón, cuyas primeras tareas desde la Secretaría de Trabajo y Previsión fueron trabajar por la reivindicación de la dignidad y los derechos sociales de los trabajadores 8. En esa tarea le secundará con personalísimo carisma, su esposa, Evita, a través de la fundación Eva Perón, que ella misma dirigirá hasta su muerte en 1952. El proyecto peronista, fuertemente estatista e intervencionista en lo económico-social, significó un desarrollo de la industria nacional no conocido hasta el momento, con la consiguiente necesidad de mucha mano de obra.
A su vez la llegada masiva de estos nuevos migrantes, atraídos por las nuevas posibilidades que le ofrecía la metrópoli, hace que expliciten en pleno medio urbano las mejores tradiciones del interior expresadas en la música folklórica, en la danza, en el canto y en su religiosidad popular 9. La década del 40 será también una década fecundísima para el tango, que sabrá captar mejor que otras expresiones artísticas el sentir de la gente. Y con ello se introducen en Buenos Aires toda una serie de expresiones culturales ligadas a "la otra" Argentina, que toman a partir de allí carta de ciudadanía y comienzan a ser asumidas por toda la población. Más tarde, con el correr de los años 60, se introducen a niveles masivos, con predominancia de jóvenes, nuevas y originales formas musicales, como lo será el "rock nacional".

2.9. Global

Finalmente la novena y última Buenos Aires, a la que queremos referirnos, es la Buenos Aires global, la que estamos caminando. Esta Buenos Aires es la que surge en estos últimos veinte años finales del siglo XX. Tras el fracaso de los gobiernos militares y de la guerrilla urbana, y luego de la derrota de la guerra de las Malvinas, la salida política a la democracia fue asumida si no con entusiasmo, al menos con resignación. Con el gobierno radical se intentó cambiar el lugar de la Capital Federal. La difícil situación económica por la que pasaba el país a finales de los 80 conspiró contra este propósito que ya estaba aprobado por ley.
El gobierno menemista aplicó una severa política neoliberal al desmantelar el Estado de casi todas sus funciones empresariales, asumidas en la época peronista. Se pudo frenar la galopante inflación, pero la política económica implementada llevó a la crisis de la mediana y pequeña industria, que no tuvo ni créditos ni las posibilidades de competir con la oferta extranjera. En los últimos años una fuerte crisis laboral afecta a grandes sectores de trabajadores, empleados y profesionales 10. La "revolución productiva", agitado "slogan" de las elecciones, no se ha producido.
En 1994 se reformó la Constitución. Fueron incorporados los Derechos Humanos y una sabia legislación humanista. Por otro lado se posibilitó la reelección del Presidente y se determinó que el Intendente de la Ciudad de Buenos Aires fuera elegido, en adelante, por el pueblo de la Capital Federal en forma directa. Antes lo era por el Presidente.
La Buenos Aires global convive con lo local y lo regional. La ciudad se apresta a integrarse en el Mercosur con otras ciudades de la Región. Una posibilidad que no debería circunscribirse al mero marco económico. La integración de Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile, y la de otros países es un formidable reto económico, político y cultural, que habrá de ocupar los esfuerzos de varias generaciones en el próximo siglo. Buenos Aires debe prepararse a recibir una nueva inmigración a la que no solamente debe proporcionar trabajo, sino también formación humana y capacitación.
La educación a todos los niveles tiene también, frente al nuevo siglo, un gran desafío. Se ha hecho un importante intento de transformación educativa, pero no se la ha llevado a fondo y de un modo integral 11. En la sociedad se percibe una transmutación de valores. La corrupción ha desacreditado a una gran parte de la dirigencia argentina. La despolitización de la juventud es un hecho sintomático ante la carencia de verdaderos espacios políticos, aunque la dirigencia política no cesa en su proselitismo. La posmodernidad también hizo su escala en Buenos Aires. A eso se le agrega la violencia urbana como un hecho habitual de la crónica diaria y el tráfico de la droga, que ha hecho de Buenos Aires, no ya un puerto de exportación, sino de consumo.
Todo esto conspira contra el espíritu de la ciudad, que ve más y más reducidas sus posibilidades de poder ofrecer a sus ciudadanos un "lugar" para el "encuentro" 12. Por el contrario se van multiplicando los "no-lugares" de los "shoppings" y de los "countries", que bajo la racionabilidad de ofrecer mejores servicios y más seguridad, acentúan peligrosamente la "fragmentación" posmoderna de la sociedad, hasta llevarla a la exclusión. La ciudad, en esta lógica, tiende así a hacerse cada vez más anónima, represiva, violenta. El espacio urbano se vacía de todo aquello que lo podría convertir en vehículo de sociabilidad y solidaridad. Este es el otro gran desafío para el siglo venidero.


3. El imaginario social urbano

Si el imaginario de un pueblo "se constituye históricamente a través de un complejo entramado de discursos, prácticas sociales y valores que conforman a una sociedad" 13, no cabe ninguna duda de que el imaginario social de Buenos Aires está en pleno proceso de cambio al sufrir el impacto de tantos procesos civilizatorios como los que ha vivido.
Para terminar quisiéramos presentar brevemente las principales determinaciones y tensiones a que está expuesto este imaginario social del así llamado Gran Buenos Aires, que incluye extensas alas periféricas, en donde se han conglomerado los estratos más populares de la población.
El "imaginario social" 14 urbano tal como lo habíamos descrito en otros trabajos 15 está constituido al menos por tres componentes o determinaciones fundamentales: la tradicional, la moderna y la posmoderna.


3.1 La determinación
tradicional

La determinación tradicional o ancestral da cuenta de toda una serie de rasgos de nuestra idiosincrasia social caracterizados por valores de pertenencia personal y comunitaria. A esta determinación le es esencial el mundo de las relaciones personales y familiares engendradas desde la niñez y luego extendidas a los demás por relaciones de parentesco, de amistad y de buena vecindad; relaciones que, si bien son esenciales, no dejan de tener su propia problematicidad y conflictividad.
Alrededor de esta determinación tradicional está adscrita la casi totalidad de los valores y formas de nuestra cultura nativa donde se venera casi con sentimiento religioso a la tierra, al "pago" donde se ha nacido, a su música folklórica, su canto, su danza, sus costumbres típicas, su proverbial hospitalidad al forastero, sus mitos, sus leyendas, sus creencias, su instinto solidario ante el dolor o el necesitado, su práctica religiosa ligada a la piedad popular, su conciencia y práctica política, que a veces oscila entre una adhesión incondicional a la patria y una marcada subordinación a los caudillos de turno 16.
Todos estos valores y prácticas tradicionales fueron aportados al imaginario social urbano en su mayor parte por migrantes provincianos, de fuerte raigambre criolla-hispánica, que desde la década del 40 se afincaron en la periferia de Buenos Aires, en búsqueda de trabajo y de mejores condiciones de vida. A ellos se sumaron diversas inmigraciones extranjeras que, en sucesivas oleadas, llegaron al país desde fines del siglo pasado hasta poco después de la segunda guerra mundial. Estos inmigrantes también poseían, a pesar de su pobreza económica, un ethos altamente estructurado en valores familiares y tradicionales.


3.2 La determinación
moderna

La determinación moderna, que también tiene nuestro imaginario social urbano, da cuenta de una serie de rasgos de nuestra idiosincrasia, caracterizados por lo funcional y el anonimato 17. Esta modernidad se hace sentir con más fuerza, en la Argentina, recién a finales del siglo pasado, por obra principalmente de la generación liberal, y es reactualizada en este siglo por sucesivas modernizaciones de distintos signos políticos, pero sobre todo por el peronismo, que impulsó en su tiempo una profunda revolución social, política y económica, gracias a la cual una gran masa de trabajadores pudo acceder a condiciones de vida y de trabajo hasta entonces nunca alcanzadas.
En estos últimos años se han multiplicado las "vías de comunicación" (aéreas, marítimas, ferroviarias, autopistas), los "medios de transporte" (aviones, trenes, automóviles), los "medios de información" (periódicos, revistas, radios, TV, teléfonos, correo electrónico, etc.), los "medios de servicios" ("shoppings", hoteles, bancos, sistemas de compra con tarjetas de crédito, seguros, etc.) que hacen posible al gran público una serie de accesos a "no lugares" de la ciudad, es decir, a sitios donde pueden ser satisfechas ciertas necesidades, sin que deba producirse necesariamente una mediación esencialmente humana.


3.3 La determinación
posmoderna

La determinación posmoderna, que caracteriza a nuestro actual imaginario social urbano, surge en primer lugar como reacción a las dos determinaciones anteriores, la tradicional y la moderna. Aparece como contrapuesta a ellas, como el ámbito de lo distinto y lo diferente 18. Se buscan nuevos espacios de experiencia donde la transgresión es el resultado natural de nuevos territorios conquistados a la prohibición de las leyes modernas o al tabú impuesto por las costumbres tradicionales.
Se rompe con los relatos de totalidad sean científicos, metafísicos o míticos. Se prefiere el disenso al consenso, propio de la búsqueda moderna y del autoritarismo tradicional. Lo plural a lo monolítico y lo relativo a lo absoluto. Se adoptan estilos de vida, inconmensurables, sin límites precisos, más bien difusos, no abarcables por concepto alguno. Eso hace que la vida humana no sea ya un bien sagrado, como lo es para la concepción moderna y la tradicional, aunque bajo motivos diferentes. La ética, al perder su fundamento trascendente, caro a la tradición, y el fundamento moral, decisivo para el pensar moderno, deja de ser una ética de deberes morales y se convierte en una ética de derechos, los que han proliferado por doquier a fin de justificar todo lo que emerge 19.
El mismo mundo se ha convertido, después de la crisis energética de los años 70, en un mundo frágil y no renovable, a diferencia del mundo tradicional cuyos fundamentos estaban fuera de él mismo, en Dios, y del mundo moderno, inagotable en sus recursos y sin otro fundamento que él mismo. Todas estas características marcan con mayor o menor intensidad el rostro de este imaginario posmoderno que, en cierta medida, también afecta a Buenos Aires. Sin embargo, en el imaginario urbano concreto de Buenos Aires, no encontramos esta determinación posmoderna al estado puro. Ella está matizada por la presencia, en mayor o menor grado, de las otras dos determinaciones, la moderna y la tradicional.


4. Conclusión

Volvamos a recorrer nuestro "Buenos Aires querido", en el cantar sentimental de Gardel, y caminemos una vez más por sus calles, alternemos con su gente, sentémonos en sus cafés, paseemos por sus plazas, viajemos en sus ómnibus y trenes, compartamos sus trabajos y ajetreos cotidianos, entremos en sus casas, gustemos de su hospitalidad y de sus fiestas familiares, salgamos a compartir la "noche de Buenos Aires" en algún buen "boliche", para bailar o escuchar buena música, o vayamos con algunos amigos a ver un buen partido de fútbol el domingo. Pues bien, sea lo que fuere, lo que elijamos, en cada rincón, en cada "lugar", y también en cada "no lugar" encontraremos a Buenos Aires en la multiplicidad inabarcable de las determinaciones de su Imaginario social. En un poema dedicado a Buenos Aires ya lo decía Borges 20:

"¿QUE SERA Buenos Aires?
Es la plaza de mayo a la que volvieron, después de haber guerreado en el continente, hombres cansados y felices.
Es el dédalo creciente de luces, que divisamos desde el avión y bajo el cual está la azotea, la vereda, el último patio, las cosas quietas.
Es el paredón de la Recoleta contra el cual murió, ejecutado uno de mis mayores.
Es una gran árbol, de la calle Junín, que sin saberlo, nos depara sombra y frescura.
Es una larga calle de casas bajas, que pierde y transfigura el poniente".
.......................

En verdad, para Borges, y para nosotros también, Buenos Aires en su Imaginario es la sucesión de esos momentos "allí" vividos en la fugacidad de sus instantes y que permanecen dentro de nosotros o enhebrados en las cosas, en esa casa, ese árbol, ese zaguán, ese monumento, que se hallan a la espera de que un caminante los recoja y les dé vida. Por eso hablamos también de las tres determinaciones del imaginario social de Buenos Aires: la tradicional, la moderna y la posmoderna, que son como una suerte de primera aproximación no reductiva a la complejidad de este imaginario Buenos Aires.
Esta triple determinación del imaginario no sería otra cosa que la afirmación de la "multiculturalidad de nuestras sociedades y la hibridación constitutiva de las naciones modernas" 21. Y en este sentido Buenos Aires no es París, ni Londres, ni Madrid, ni New York, ni San Pablo, por más que en todas ellas puedan darse, con diversa intensidad o acentuación significativa, estas tres determinaciones. Buenos Aires es ella sola en la geografía de sus escenarios, en la historia de su recuerdos y en la complejidad de su Imaginario. He allí su misterio.•



NOTAS AL PIE DE LA PAGINA QUE CORRESPONDA

* Una primera versión de este trabajo apareció en la Revista Sileno, Madrid, Vol. 5, dic. 1998, págs. 46-53,bajo el nombre La ciudad/Las ciudades. Aquí reproducimos la versión integral con su nombre original. Fue publicada en la revista CIAS (Buenos Aires)Nº 487 (octubre 1999), pp.495/510.

1. Horacio Ferrer: Balada para un loco, tango canción.

2. Raúl Alberto March: Homero Manzi. Filosofando su poesía, Plus Ultra, Buenos Aires, 1987, p. 121.

3. José María Meisegeier: El barrio cerrado y su oferta espacial: Más allá del barrio cerrado, CIAS, Buenos Aires, vol. XLVI, Nº 466, septiembre 1997, pp. 398-414.

4. Félix Luna: Buenos Aires y el país, Sudamericana, Buenos Aires, 1983, pp. 90-123.

5. Carlos Tejedor decía, en 1853, en el ámbito en la Legislatura porteña, defendiendo los derechos de Buenos Aires frente al interior: "Los acontecimientos nos han puesto más solos a nosotros en esta lucha de trece provincias en contra, que yo llamo civilización y barbarie", citado por Félix Luna, ob. cit., p. 139. Este tema de "civilización y barbarie" fue crucial a fines del siglo XIX en la Argentina y no ha dejado de tener resonancias hasta nuestros días. Para ello ver: Domingo Faustino Sarmiento: Obras, Tomo VII, "Civilización y barbarie", Buenos Aires, 1896; Fermín Chávez: Civilización y barbarie en la historia de la cultura argentina, Theoria, Buenos Aires, 1974 ; Jorge Roberto Seibold: Civilización y barbarie en la historia de la ciencia argentina, Stromata, Vol. XXXI, Julio-Diciembre 1975, pp. 261-267.

6. Félix Luna, ob.cit, p. 170.

7. Ibid.: p. 173.

8. Ibid.: p. 179.

9. Sobre la "religiosidad popular" y en particular sobre el "catolicismo popular" presente en los medios urbanos de Buenos Aires, ver: Jorge Roberto Seibold: Imaginario social y religiosidad popular. Su problemática actual en medios populares del Gran Buenos Aires, Stromata, Vol. LI, enero-junio 1995, pp. 131-140. Para un encuadre más amplio de esta problemática ver nuestro trabajo: Religión y magia en la religiosidad popular latinoamericana, Religión, Enc. Ibero Amer. de Fil., Vol. 3, Trotta, Madrid, 1993, pp. 79-91.

10. Sobre este problema de la "crisis laboral" en Buenos Aires ver: Jorge Roberto Seibold: Imaginario social, trabajo y educación. Su problemática actual en medios populares del Gran Buenos Aires, Stromata, Vol. LIII, enero-junio l997, pp. 119-149 y que fuera reproducido en CIAS, en los Nº 468, 1997, págs. 557-565; Nº 469, págs. 598-600 y Nº 470, 1998, págs. 23-34.

11. Sobre el problema educativo argentino, ver nuestro trabajo arriba mencionado en nota 10 y también este otro: Imaginario social, religiosidad popular y transformación educativa. Su problemática actual en medios populares del Gran Buenos Aires, en Gerardo Farrell y otros (eds), Argentina tiempo de cambios, Ed. San Pablo, Buenos Aires, 1996, pp. 323-347.

12. Cf. Marc Augé: Los "no lugares". Espacios del anonimato, Gedisa, 1995, Barcelona.

13. E. Díaz: ¿Qué es el imaginario social?, en E. Díaz (ed.): La ciencia y el imaginario social, Biblos, Buenos Aires, 1996, pp. 13-20.

14. Sobre el concepto de "imaginario social" ver: C. Castoriadis: La institución imaginaria de la sociedad, vol. 1 y 2, Tusquets editores, Buenos Aires, 1993; B. Baczko: Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas, Nueva Visión, Buenos Aires, 1991; Armando Silva: Imaginarios urbanos, Bogotá y Sao Paulo: Cultura y comunicación urbana en América Latina, Tercer Mundo Editores, segunda edición, Bogotá, 1994; Néstor García Canclini: Imaginarios urbanos, Eudeba, Buenos Aires, 1997.
15. Ver nuestros trabajos sobre el "imaginario" de Buenos Aires citados más arriba en las notas 9, 10 y 11.

16. Cf. nuestro trabajo: Solidaridad. Su problemática desde el ethos cultural argentino, en P. Hünermann y J. C. Scannone (eds.): América Latina y la Doctrina Social de la Iglesia, Vol. 4 B, Ediciones Paulinas, Buenos Aires, 1993, pp. 227-261.

17. Ver nota 12.

18. Cf. A. Roa: Modernidad y Posmodernidad. Coincidencias y diferencias fundamentales, Ed. A. Bello, Santiago de Chile, 1995, p. 39 ; Juan Carlos Scannone: La religión en la América Latina del tercer milenio, Stromata, Vol. LI, enero-junio 1995, p. 79.

19. Cf. G. Lipovetsky: El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos tiempos democráticos, Anagrama, Barcelona, 1994.

20. Este poema de Borges, denominado Buenos Aires, hace parte de su libro de prosa y versos Elogio de la sombra, de 1969. Nosotros citamos solo los primeros versos de la versión aparecida en Jorge Luis Borges: Borges. Poesías, Kapelusz, Buenos Aires, 1996, pp. 169-172.

21. Néstor García Canclini: Culturas híbridas. Estrategias para salir de la modernidad, Sudamericana, Buenos Aires, 1992.

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